Hoy nuestra Igarcangeles_29-septiembrelesia celebra la Fiesta de los Santos Arcángeles, y la Dirección de Formación de nuestro Apostolado, ha preparado un material especial para compartir con todos ustedes.

Esperamos que sea de su agrado, y que nos ayude a todos a  incrementar el conocimiento y la devoción hacia estos seres que, con inmenso poder, otorgado por Dios, están para ayudarnos a cumplir nuestra misión aquí en la tierra.

Si no lo hiciste, puedes iniciar el Triduo de oraciones hoy mismo (es mejor eso, que no hacerlo)

Haz click sobre la imagen de abajo para poder acceder al archivo en PDF:

7-arcangeles

 

FIESTA DE LOS SANTOS ARCANGELES MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL

29 DE SEPTIEMBRE DE 2016

El 29 de septiembre se celebra a los Santos Arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel, los cuales aparecen en la Biblia con misiones importantes de Dios.

Miguel en hebreo significa “¿Quién como Dios?” y es uno de los principales ángeles. Su nombre era el grito de guerra en la batalla liberada en el cielo contra el enemigo y sus seguidores. Rafael quiere decir “Medicina de Dios” o “Dios ha obrado la salud”. Es el Arcángel amigo de los caminantes y médico de los enfermos. Gabriel significa “Fortaleza de Dios”. Tuvo la misión importantísima, entre otras, de anunciarle a la Virgen María que sería la Madre de nuestro Salvador.

Pero en estas páginas aprenderemos un poco más de ellos, de su papel importantísimo en la historia de la salvación del hombre, y del conocimiento que nuestra Iglesia católica nos transmite a cerca de ellos.

Se dice que los ángeles son los seres espirituales más cercanos a los humanos. Desde Pseudo-Dionisio, Padre de la Iglesia  en el siglo VI, se suele enumerar tres jerarquías de ángeles. En la primera están los Serafines, los Querubines y los Tronos. Les siguen las Dominaciones, Virtudes y Potestades. Mientras que en la tercera jerarquía se encuentran los Principados, Arcángeles y Ángeles. Estos últimos son los que están más cercanos a las necesidades de los seres humanos.

Igualmente, tanto la Biblia como el Catecismo y los documentos de la Iglesia, nos indican que son mensajeros de anuncios importantes. La palabra Arcángel proviene de las palabras griegas “Arc” que significa “principal” y “ángel” que es “mensajero de Dios”. Al respecto, señala San Gregorio Magno: “Hay que saber que el nombre de ‘ángel’ designa la función, no el ser del que lo lleva. En efecto, aquellos santos espíritus de la patria celestial son siempre espíritus, pero no siempre pueden ser llamados ángeles, ya que solamente lo son cuando ejercen su oficio de mensajeros. Los que transmiten mensajes de menor importancia se llaman ángeles, los que anuncian cosas de gran trascendencia se llaman arcángeles”.

Hay 7 Arcángeles según la Biblia. En el libro de Tobías (12,15) San Rafael se presenta como “uno de los siete ángeles que están delante de la gloria del Señor y tienen acceso a su presencia”. Mientras que en el Apocalipsis (8,2) San Juan describe: “vi a los siete Ángeles que estaban delante de Dios, y ellos recibieron siete trompetas”. Por estas dos citas bíblicas se afirma que son 7 Arcángeles.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que “La profesión de fe del IV Concilio de Letrán afirma que Dios, ‘al comienzo del tiempo, creó a la vez de la nada una y otra criatura, la espiritual y la corporal, es decir, la angélica y la mundana; luego, la criatura humana, que participa de las dos realidades, pues está compuesta de espíritu y de cuerpo’ (Concilio de Letrán IV: DS, 800; cfr Concilio Vaticano I: ibíd., 3002 y Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 8). (CIC 327)

La existencia de los ángeles es una verdad de fe. El Catecismo nos dice además lo siguiente:

La existencia de seres espirituales, no corporales, que la sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro (al respecto) como la unanimidad de la Tradición. (Cfr. CIC 328)

Pero ahora trataremos de profundizar un poco más a fondo en esta verdad, a la luz de lo que nos enseñan, en primer lugar, las Sagradas Escrituras y el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC). Veamos:

¿Quiénes son los ángeles?

CIC 329: San Agustín dice respecto a ellos: «El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel» (Enarratio in Psalmum, 103, 1, 15). Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan «constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos» (Mt 18, 10), son «agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra» (Sal 103, 20).

CIC 330: En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales (Cfr. Pío XII, enc. Humani generis: DS 3891) e inmortales (Cfr. Lc 20, 36). Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello (cfr Dn 10, 9-12).

Las Escrituras nos dicen que Jesús, Hijo de Dios, segunda persona de la Trinidad Santa, vive “con todos sus ángeles» en la Casa de Su Padre; El que Es Alfa y Omega, principio y fin de todo, y toda la creación ha sido puesta a Sus Pies para Su Reinado de Gloria.

CIC 331: Cristo es el centro del mundo de los ángeles. Los ángeles le pertenecen: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles…» (Mt 25, 31). Le pertenecen porque fueron creados por y para Él: «Porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por Él y para Él» (Col 1, 16). Le pertenecen más aún porque los ha hecho mensajeros de su designio de salvación: «¿Es que no son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación?» (Heb 1,14).

CIC 332: Desde la creación (Cfr. Job 38,7, donde los ángeles son llamados «hijos de Dios») y a lo largo de toda la historia de la salvación, los encontramos, anunciando de lejos o de cerca, esa salvación y sirviendo al designio divino de su realización: cierran el paraíso terrenal (Cfr. Gen 3, 24), protegen a Lot (Cfr. Gen 19), salvan a Agar y a su hijo (Cfr. Gn 21, 17), detienen la mano de Abraham (Cfr. Gen 22, 11), la ley es comunicada por su ministerio (Cfr. Hech 7,53), conducen el pueblo de Dios (Cfr. Ex 23, 20-23), anuncian nacimientos (Cfr. Jc 13) y vocaciones (Cfr. Jc 6, 11-24; Is 6, 6), asisten a los profetas (Cfr. 1Reyes 19, 5), por no citar más que algunos ejemplos. Finalmente, el ángel Gabriel anuncia el nacimiento del Precursor y el del mismo Jesús (Cfr. Lc 1, 11.26).

CIC 333: De la Encarnación a la Ascensión, la vida del Verbo encarnado está rodeada de la adoración y del servicio de los ángeles. Cuando Dios introduce «a su Primogénito en el mundo, dice: «adórenle todos los ángeles de Dios»» (Hb 1, 6). Su cántico de alabanza en el nacimiento de Cristo no ha cesado de resonar en la alabanza de la Iglesia: «Gloria a Dios…» (Lc 2, 14). Protegen la infancia de Jesús (Cfr. Mt 1, 20; 2, 13.19), le sirven en el desierto (Cfr. Mc 1, 12; Mt 4, 11), lo reconfortan en la agonía (Cfr. Lc 22, 43), cuando Él habría podido ser salvado por ellos de la mano de sus enemigos (Cfr. Mt 26, 53) como en otro tiempo Israel (Cfr. 2 M 10, 29-30; 11,8). Son también los ángeles quienes «evangelizan» (Lc 2, 10) anunciando la Buena Nueva de la Encarnación (Cfr. Lc 2, 8-14), y de la Resurrección (Cfr. Mc 16, 5-7) de Cristo. Con ocasión de la segunda venida de Cristo, anunciada por los ángeles (Cfr. Hb 1, 10-11), éstos estarán presentes al servicio del juicio del Señor (Cfr. Mt 13, 41; 25, 31; Lc 12, 8-9).

Los ángeles, a lo largo de los siglos, han estado trabajando de manera directa con el hombre. Ellos, tomando figuras humanas, como vemos en el caso del libro de Tobías, cumplen la misión específica de ayudar al hombre para que descubra el designio de salvación. Ellos están siempre actuando en la vida de la Iglesia.

CIC 334: De aquí que toda la vida de la Iglesia se beneficie de la ayuda misteriosa y poderosa de los ángeles (Cfr. Hech 5, 18-20; 8, 26-29; 10, 3-8; 12, 6-11; 27, 23-25).

CIC 335: En su liturgia, la Iglesia se une a los ángeles para adorar al Dios tres veces santo (Cfr. Misal Romano, «Sanctus»); invoca su asistencia (así en el «Supplices te rogamus…» [«Te pedimos humildemente…»] del Canon romano o el «In Paradisum deducant te angeli…» [«Al Paraíso te lleven los ángeles…»] de la liturgia de difuntos, o también en el «himno querúbico» de la liturgia bizantina) y celebra más particularmente la memoria de ciertos ángeles (san Miguel, san Gabriel, san Rafael, los ángeles custodios).

CIC 336: Desde su comienzo (Cfr. Mt 18, 10) hasta la muerte (Cfr. Lc 16, 22), la vida humana está rodeada de su custodia (Cfr. Sal 34, 8; 91, 10-13) y de su intercesión (Cfr. Jb 33, 23-24; Za 1,12; Tb 12, 12). «Nadie podrá negar que cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducir su vida» (San Basilio Magno, Adversus Eunomium, 3, 1: PG 29, 656B). Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios.

Como hemos mencionado, la Iglesia católica, por conducto de la Palabra de Dios, reconoce a 7 Arcángeles al servicio de Dios, pero de éstos siete, sólo conocemos tres nombres.

La Biblia solo da el nombre de tres Arcángeles: Miguel, Rafael y Gabriel. Los otros nombres (Uriel, Barachiel o Baraquiel, Jehudiel, Saeltiel) aparecen en libros apócrifos de Enoc, el cuarto libro de Esdras y en la literatura rabínica. Sin embargo, la Iglesia solamente reconoce los tres nombres que se encuentran en las Sagradas Escrituras. Los demás pueden servir como referencia, pero no son doctrina.

Gabriel significa “la fuerza de Dios” En el Antiguo Testamento, San Gabriel Arcángel aparece en el libro sagrado de Daniel explicándole al profeta una visión del carnero y el chivo (Dn. 8), así como instruyéndolo en las cosas futuras (Dn. 9,21-27).  En los Evangelios, San Lucas (1,11-20) lo menciona anunciando a Zacarías el nacimiento de San Juan Bautista y a María (Lc. 1,26-38) que concebiría y daría a luz a Jesús.

San Gabriel Arcángel es conocido como el “ángel mensajero”, se le representa con una vara de perfumada azucena y es patrono de las comunicaciones y de los comunicadores porque trajo al mundo la más bella noticia con la Anunciación.

Rafael en hebreo es “Dios te sana” El único libro sagrado que menciona a San Rafael Arcángel es el de Tobías y figura en varios capítulos. Allí se lee que Dios envía a este Arcángel para que acompañe a Tobías en un viaje, en el que se casó con Sara. De igual manera San Rafael le indicó a Tobías cómo devolverle la vista a su padre. Por esta razón es invocado para alejar enfermedades y lograr terminar felizmente los viajes.

Miguel significa “¿Quién como Dios?” El nombre del Arcángel Miguel viene del hebreo “Mija-El” que significa “¿Quién como Dios?” y que, según la tradición, fue el grito de guerra en defensa de los derechos de Dios cuando Lucifer se opuso a los planes salvíficos y de amor del Creador. La Iglesia Católica ha tenido siempre una gran devoción al Arcángel San Miguel, especialmente para pedirle que nos libre de los ataques del demonio y de los espíritus infernales. Se le suele representar con el traje de guerrero o soldado centurión poniendo su talón sobre la cabeza del enemigo.

Para entender la clasificación de los ángeles, servidores y mensajeros de Dios, explicaremos brevemente las jerarquías de éstos coros angelicales.

Existen nueve Coros de ángeles.  Desde el Pseudo Dionisio (siglo VI), Padre de la Iglesia, suelen enumerarse tres jerarquías con tres coros cada una, sumando un total de nueve Coros u Ordenes Angélicos.

-Primera Jerarquía (Estos ángeles de la más alta jerarquía se dedican exclusivamente a glorificar, amar y alabar a Dios en su presencia). Estos son: Serafines, Querubines y Tronos.

-Segunda Jerarquía (gobiernan el espacio y las estrellas. Son los responsables del universo entero). Estos son las Dominaciones, Virtudes y Potestades.

-Tercera Jerarquía (Son los que intervienen en todas nuestras necesidades; esto lo vemos también en la Biblia, cuando se nos presenta la intervención de los arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael, vemos que directamente intervienen en la vida de los hombres, cada uno con su propia misión dada por el mismo Dios. También se les ha dado la misión de proteger naciones, ciudades e Iglesias. La visión del profeta Daniel es la que confirma esta misión. (Dn 7 y 8) El cuidado de la Iglesias se confirma con el pasaje de Ap. 1:20 cuando se refiere a los Ángeles de las siete Iglesias). Estos son Principados, Arcángeles y Ángeles.

En el libro de La Puerta del Cielo N° 34, Catalina nos relata la experiencia maravillosa cuando vio a San Miguel Arcángel:

Relato: (Empezando el almuerzo, veo en la ventana del comedor algo que se mueve o que oscurece. Me quedo helada. Es San Miguel, el Arcángel; no me lo dice, pero yo lo sé. Miro a todos y nadie parece advertirlo. Entonces me quedo mirando; aparece y desaparece, como si fuera de ventana en ventana. Es muy alto; se parece al P. Marcos, pero es más rubio y con el pelo largo y crespo hasta los hombros. Me mira y sonríe, lleva en la mano izquierda una lanza o sable, algo que brilla mucho. Él está vestido todo de blanco, con una falda corta y sandalias o botas con tiros hasta las rodillas. Todo su pecho es brillante, como con rayos; su ropa blanca, pero fosforescente, como el velo de la Virgen. Tiene un cinturón o cinta verde con dorado –no distinguí si era una hebilla u otra cosa—. Es hermoso, majestuoso. Voy a hablar y me atoro. Levanta la mano derecha –que hasta aquí estaba sobre su corazón)—, me hace una señal como de silencio ¡shhh! Me pareció un gesto de muy buen humor. Sus alas son inmensas, no sé cómo es que no escuchaban las alas cuando se movían. Se lo describí a Hugo y Neyza cuando se fue. Me miraban entre incrédulos y burlones. Me dije: “mejor me callo y ya no les digo nada”.

Entré al Oratorio después del almuerzo y pregunté al Señor por qué vi yo sola aquello. Silencio, no me dice nada…).

 

El Papa Francisco nos comenta acerca de la fiesta litúrgica de los Arcángeles y nos hace reflexionar sobre el poder del mal en el mundo, y como ellos, luchan junto a la Santísima Virgen, para derrotar a Satanás y hacer que Su Inmaculado Corazón triunfe.

“Satanás presenta las cosas como si fueran buenas, pero su intención es la de destruir al hombre; y los ángeles luchan contra el demonio y nos defienden”, dijo Francisco.

El Papa dijo que “esta lucha se produce después de que Satanás trata de destruir a la mujer que está a punto de dar a luz al hijo. Satanás siempre trata de destruir al hombre: aquel hombre que Daniel veía allí, en la gloria, y que Jesús decía a Natanael que vendría en la gloria. Desde el inicio la Biblia nos habla de esto: de esta seducción para destruir, de Satanás. Tal vez por envidia. Nosotros leemos en el Salmo 8: ‘Tú has hecho al hombre superior a los ángeles’, y esa inteligencia tan grande del ángel no podía llevar sobre sus espaldas esta humillación, que una criatura inferior fuera hecha superior; y trataba de destruirlo”.

Por tanto, Satanás trata de destruir a la humanidad, a todos: “tantos proyectos, excepto los pecados propios, pero tantos, tantos proyectos de deshumanización del hombre, son obra suya, sencillamente porque odia al hombre. Es astuto: lo dice la primera página del Génesis; es astuto. Presenta las cosas como si fueran buenas. Pero su intención es la destrucción. Y los ángeles nos defienden”. Los ángeles, dijo luego el Santo Padre, “defienden al hombre y defienden al Hombre-Dios, al hombre superior, Jesucristo que es la perfección de la humanidad, el más perfecto. Por esto la Iglesia honra a los ángeles, porque son los que estarán en la gloria de Dios –están en la gloria de Dios– porque defienden el gran misterio escondido de Dios, es decir que el Verbo ha venido en la carne”.

“El deber del pueblo de Dios –afirmó el Sumo Pontífice– es custodiar en sí al hombre: al hombre Jesús” porque “es el hombre que da vida a todos los hombres”. En cambio, en sus proyectos de destrucción, Satanás inventa “explicaciones humanísticas que van, propiamente, contra el hombre, contra la humanidad y contra Dios”.

“La lucha es una realidad cotidiana en la vida cristiana: en nuestro corazón, en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestro pueblo, en nuestras iglesias… Si no se lucha, seremos vencidos. Pero el Señor ha dado esta tarea principalmente a los ángeles: luchar y vencer. Y el canto final del Apocalipsis, después de esta lucha, es tan bello: ‘Ahora se ha cumplido la salvación, la fuerza y el Reino de nuestro Dios y el poder de su Cristo, porque ha sido precipitado el acusador de nuestros hermanos, aquel que los acusaba ante nuestro Dios día y noche’”– concluyó el Papa Francisco.

San Miguel Arcángel, así como los demás ángeles del cielo, han sido puestos para servir a la Santísima Virgen María, y para ayudarla en la misión que el mismo Jesús le otorgó al momento de la Cruz… “hacerse Madre de todos los hombres y luchar por la salvación de todos”. Es por eso que los Arcángeles siempre están a la espera de Sus órdenes para actuar en el mundo a beneficio de toda la humanidad y para que nadie se pierda.

 

A continuación, leeremos un mensaje de La Gran Cruzada de la Salvación N° 133, donde San Miguel Arcángel nos dice que él es defensor de los hijos de María, y dicta a Catalina, una descripción de cómo es la Santísima Virgen…

CS-133:  Escribe ahora, hermana, amiga Mía, escribe lo que Yo quiero decir a la Virgen Santa, Madre altísima, alegría del Cielo, esperanza para la tierra… Señora, en los abismos del mal Tú eres temida, en el lugar de la avidez, Tú eres venerada. En todas partes: en el cielo, en la tierra, en el infierno, eres conocida. Te Ha dado un trono El que Te ama; Te dan el corazón los que eliges. Si te viese cada mortal cuánto te amaría, eres tan bella, tan preciada. Y como pocos en la tierra pueden mirar Tu rostro, hoy, por Tu querer, oh Madre, yo revelo a los viadores algo, que les dará alegría. Pero antes quiero revelarles quién soy yo y por qué Te amo.

Soy Miguel Arcángel, el Capitán de Dios, la espada del Eterno, y Te amo porque Dios Te ama y porque yo mismo Te defendí cuando Lucifer no quiso aceptar que Cristo debía nacer de Ti. Cuando Tu mamá, oh Madre Mía, te acogió en su seno, en seguida fui encargado de su custodia y de la Tuya, corrí mandado por Dios para protegerte, con ardiente afecto, de toda adversidad. En efecto, Lucifer hubiera querido sofocarte en el seno mismo de Ana, pero fue obligado por Mí a huir muy lejos… Por eso yo Te amo y Tú también me amas. Yo te conozco, te veo, pero estos hijos Tuyos no Te ven. Los consolaré yo diciéndoles algo sobre Ti.

Hermanos del cielo que vigilan a los amados hijos de María en la tierra, les doy a ustedes el encargo de entregar mis palabras a los que me escuchan.

Virgen Santa, Madre divina y alegría mía y de todos los Santos que están en el cielo, con Tu permiso trataré ahora de hacer un retrato Tuyo. Eres alta, un poco menos que Jesús, tienes bellísimos cabellos castaños. Tu frente es clara y adornada de vívida luz; los ojos sin comparación, los más bellos del cielo, después de los de Jesús, son muy dulces y de color verde gris. Tu rostro es pequeño y bien formado, Tus mejillas coloreadas de un dulcísimo blancor rosado. Tu boca es perfecta en líneas y proporciones, sin ser muy pequeña. ¡Igual a la de Jesús!

En su conjunto, Tu cuerpo es delgado y en particular Tus santísimas manos denotan gran finura y la celestial maestría de Tu hacedor y nuestro.

En Tus palabras expresas dulzuras inconcebibles; en Tu mirar eres más semejante que en el resto a Tu Jesús. Eres majestuosa, pero tan bella que Tu misma majestad es toda ella envuelta en divina dulzura de maneras, de modos femeninos.

Toda criatura feliz te alaba y Yo que soy Tu defensor, gozo con tanta fama Tuya en el mundo y con tanto Amor en el cielo. En la tierra Te muestras, pero no propiamente como Te vemos nosotros acá arriba, sino algunas criaturas.

Oh, Madre del Eterno, perdóname el que haya osado hablar de Ti de manera tan imperfecta, pero lo He hecho por deseo, para dar contento a Tus hijos de la tierra, los cuales, mientras no te ven, imaginan que Tú estás en el cielo tal como estabas en la tierra, donde también eras bellísima. ¡Oh, si vieran qué distancia hay entra su imaginación, incluso poética y la realidad del cielo! Pero ahora los mortales deben creer, después verán y comprenderán.

Miguel Arcángel, el protector de María en la tierra, ahora calla y les declara a ustedes, hijos de María, que, junto con Ella, está luchando por ustedes. ¡Bendigan, oh miembros místicos de Jesús, bendigan a la gran Madre de Dios!

 

ORACIONES A SAN MIGUEL ARCANGEL

Oración a San Miguel Arcángel del papa León XII

San Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate contra las maldades e insidias del demonio. Se nuestra ayuda, te rogamos suplicantes. ¡Que el Señor nos lo conceda! Y tú, príncipe de las milicias celestiales, con el poder que te viene de Dios arroja en el infierno a Satanás y a los otros espíritus malignos que ambulan por el mundo para la perdición de las almas.

Oración a San Miguel Arcángel

(León XIII, 18 de mayo de 1890; Acta Apostolicae Sedis, p. 743)

¡Oh glorioso príncipe de las milicias celestes, ¡san Miguel arcángel, defiéndenos en el combate y en la terrible lucha que debemos sostener contra los principados y las potencias, contra los príncipes de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos! Ven en auxilio de los hombres que Dios ha creado inmortales, que formó a su imagen y semejanza y que rescató a gran precio de la tiranía del demonio. Combate en este día, con el ejército de los santos ángeles, los combates del Señor como en otro tiempo combatiste contra Lucifer, el jefe de los orgullosos, y contra los ángeles apóstatas que fueron impotentes de resistirte y para quien no hubo nunca jamás lugar en el cielo. Si ese monstruo, esa antigua serpiente que se llama demonio y Satán, él que seduce al mundo entero, fue precipitado con sus ángeles al fondo del abismo.

Pero he aquí que ese antiguo enemigo, este primer homicida ha levantado ferozmente la cabeza. Disfrazado como ángel de luz y seguido de toda la turba y seguido de espíritu malignos, recorre el mundo entero para apoderarse de él y desterrar el Nombre de Dios y de su Cristo, para hundir, matar y entregar a la perdición eterna a las almas destinadas a la eterna corona de gloria. Sobre hombres de espíritu perverso y de corazón corrupto, este dragón malvado derrama también, como un torrente de fango impuro el veneno de su malicia infernal, es decir el espíritu de mentira, de impiedad, de blasfemia y el soplo envenado de la impudicia, de los vicios y de todas las abominaciones. Enemigos llenos de astucia han colmado de oprobios y amarguras a la Iglesia, esposa del Cordero inmaculado, y sobre sus bienes más sagrados han puesto sus manos criminales. Aun en este lugar sagrado, donde fue establecida la Sede de Pedro y la cátedra de la Verdad que debe iluminar al mundo, han elevado el abominable trono de su impiedad con el designio inicuo de herir al Pastor y dispersar al rebaño.

Te suplicamos, pues, Oh príncipe invencible, contra los ataques de esos espíritus réprobos, auxilia al pueblo de Dios y dale la victoria. Este pueblo te venera como su protector y su patrono, y la Iglesia se gloría de tenerte como defensor contra los malignos poderes del infierno. A ti te confió Dios el cuidado de conducir a las almas a la beatitud celeste. ¡Ah! Ruega pues al Dios de la paz que ponga bajo nuestros pies a Satanás vencido y de tal manera abatido que no pueda nunca más mantener a los hombres en la esclavitud, ni causar perjuicio a la Iglesia. Presenta nuestras oraciones ante la mirada del Todopoderoso, para que las misericordias del Señor nos alcancen cuanto antes. Somete al dragón, la antigua serpiente que es diablo y Satán, encadénalo y precipítalo en el abismo, para que no pueda seducir a los pueblos. Amén

– He aquí la Cruz del Señor, huyan potencias enemigas.

Venció el León de Judá, el retoño de David

-Que tus misericordias, Oh Señor se realicen sobre nosotros.

Como hemos esperado de ti.

-Señor, escucha mi oración

Y que mis gritos se eleven hasta ti.

Oh Dios Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu Santo Nombre, e imploramos insistentemente tu clemencia para que por la intercesión de María inmaculada siempre Virgen, nuestra Madre, y del glorioso san Miguel arcángel, te dignes auxiliarnos contra Satán y todos los otros espíritus inmundos que recorren la tierra para dañar al género humano y perder las almas. Amén.

 

TRIDUO A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Señal de la Cruz: Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición: Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos, he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que, por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén

Invocaciones:

Confesemos al Señor a quien asisten millares de ángeles y aclamémosle gozosos diciendo: Bendecid al Señor, ángeles del Señor

  1. Bendecid al Señor todos sus ángeles, ejecutores de sus órdenes y siempre dispuestos a obedecer la voz de sus mandatos. Bendecid al Señor, ángeles del Señor.
  2. Bendecid al Señor que ha dado órdenes a sus ángeles para que nos guarden en nuestros caminos y nos conduzcan sin tropiezos por sus sendas. Bendecid al Señor, ángeles del Señor.
  3. Bendecid al Señor a quien alaban todos sus ángeles proclamándolo el Dios. Eterno y el Santo entre todos sus santos. Bendecid al Señor, ángeles del Señor.

Meditación para el primer día:

Los ángeles en la Sagrada Escritura

Tanto la Sagrada escritura como la liturgia de la Iglesia hablan mucho de los Ángeles, y les atribuyen un papel importante en nuestra vida de fe. La Biblia nos habla de ellos como de unos seres que están en torno a Dios, alabándole, y que son enviados a los hombres para nuestra ayuda.

Desde el Génesis al Apocalipsis, pasando por los Ángeles que anuncian la resurrección de Cristo, la Historia de la Salvación nos manifiesta la presencia continuada de estos seres misteriosos, espíritus puros, que no sabemos definir.

La Biblia los presenta en su actuación: los Ángeles adoran Dios, actúan de mensajeros de su voluntad, ayudan y protegen a los hombres, caminan delante del pueblo elegido y lo protegen.

Son los Ángeles quienes anuncian a María, a José y a los pastores el nacimiento del Hijo de Dios.

Son los que asisten a Cristo después de las tentaciones del desierto o en la agonía del huerto

Son los que dan testimonio del sepulcro vacío y orientan a los discípulos después de la Ascensión…

Jesús afirma que los Ángeles de los niños están continuamente en la presencia del Padre.

En la parábola del rico Epulón se nos dice que cuando murió el pobre Lázaro, fue llevado por los Ángeles al seno de Abrahán.

Un Ángel libera a Pedro de la cárcel rompiendo sus cadenas y le conduce a la comunidad.

En la visión del Apocalipsis, aparecen los Ángeles en una lucha guerrera contra el Maligno, a las órdenes de san Miguel. Aparecen así mismo alabando continuamente a Dios y al Cordero.

Al final de la historia, cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, estará acompañado de todos sus ángeles…

Meditación para el segundo día:

Los ángeles en la Liturgia

No es nada extraño que, si la Biblia nos habla con tanta insistencia de los Ángeles, como lo vimos en el día anterior de este Triduo, también en nuestra celebración litúrgica los tengamos presentes: En la Plegaria Eucarística, se nos invita a la aclamación del «Santo» en unión con los Ángeles y con los santos, imitando su canto de alabanza a Dios, porque innumerables ángeles en tu presencia, contemplando tu gloria, te sirven siempre y te glorifican sin cesar. Son ellos también los que presentan nuestra ofrenda ante Dios.

Es lógico que, en el ciclo de navidad, siguiendo las indicaciones de las lecturas bíblicas, nos acordemos de los Ángeles en nuestra oración: ellos anunciaron a Zacarías el plan sobre su hijo Juan, ellos cantaron el Gloria a Dios en el cielo en la bendita noche de Belén, y guiaron con sus mensajes a María y a José en su entrañable misión de peregrinaje.

Meditación para el tercer día del triduo:

Los ángeles en nuestra vida

Los textos de las fiestas de los Ángeles expresan bien lo que los Ángeles representan en nuestra vida. Damos gracias a Dios por la creación de los ángeles y de los arcángeles, objeto de tu complacencia.

A Dos le pedimos que nuestra vida esté siempre protegida en la tierra por aquellos que te asisten continuamente en el cielo, para que caminemos seguros por la senda de la salvación bajo la fiel custodia de tus ángeles. Reconocemos la centralidad de Dios, pero a la vez creemos en la existencia de los Ángeles y los veneramos, convencidos de que el honor que les tributamos manifiesta la gloria de Dios.

Creer en los Ángeles es creer en la cercanía de Dios y en las mil formas que tiene de ayudarnos en nuestro camino siempre, en todo momento y circunstancia.

 

Oraciones finales:

Todopoderoso sempiterno Dios, que por tu gran clemencia para la salud humana nombraste al Glorioso San Miguel Arcángel como Príncipe defensor de la Iglesia, concédenos que por su saludable protección merezcamos aquí ser defendidos de todos los enemigos, y en la hora de nuestra muerte, libres y salvos, seamos presentados a tu Divina y Soberana Majestad. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

(Pedir la gracia que se desea obtener)

¡Oh glorioso príncipe, arcángel San Miguel, acuérdate de nosotros aquí y en todo lugar, ruega siempre al Hijo del Altísimo por nosotros, ¡Aleluya, Aleluya!

  1. A los ojos de los ángeles cantaré a Ti, oh Dios.
  2. Y adoración hacia tu Santo Templo y confesaré Tu nombre.

Oh Dios, que con admirable sabiduría distribuyes los misterios de los ángeles y de los hombres, te pedimos que nuestra vida esté siempre protegida en la tierra por el Arcángel San Miguel que te asiste continuamente en el cielo. Por Jesucristo nuestro Señor

Los tres días del Triduo:

Primer día: Los Ángeles en la Sagrada Escritura

Segundo día: Los Ángeles en la Sagrada Liturgia

Tercer día: Los Ángeles en nuestra vida

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