¿Cuántas veces en tu vida te has propuesto “firmemente” realizar un cambio de rumbo radical y definitivo? ¿Cuántas Navidades y Año Nuevos, cuántas Cuaresmas y fiestas de Pentecostés han pasado, sin que de verdad consigas hacerlo?

¡Ánimo! Nos ha sucedido a todos… Y aunque dicen que “mal de muchos es consuelo de tontos”, vaya que de alguna manera nos tranquiliza saber que lo que nos pasa es bastante “normal” y frecuente.

¡Cuántas veces no hacemos el bien que queremos, sino el mal que detestamos!, como decía el mismo San Pablo… (Cfr. Rom 7,14 y ss.). Y es que eso nos ocurre a todos (o a casi todos), por nuestra naturaleza caída; porque, como dice Pablo, al ser hombres de carne, estamos “vendidos al pecado”…

Pero cuando prevalece en nosotros la pureza de intención, y fundamos nuestra esperanza en el Señor, Él mismo va poniéndonos al alcance valiosos instrumentos para obtener Su Gracia; en primer término, por supuesto, a través de los Sacramentos.

Precisamente en esta oportunidad, queremos compartir contigo un valiosísimo escrito; un documento reconocido por la Iglesia Católica y recomendado por Juan Pablo II para el crecimiento espiritual de quienes ciertamente desean avanzar en el camino de la fe y la santidad.

El “Tratado de la Verdadera Devoción a María” es un libro que supuso un viraje decisivo en la vida de Karol Wojtyla, y de muchas almas a lo largo de la historia. Naturalmente, también puede servirte a ti…

En la misma introducción de la obra leemos lo siguiente: “Este libro ha sido escrito por un san y ya ha formado otros San. Ahora está en tus manos, porque también tú puedas convertirte en San…”

Este fundamental documento, de San Luis María Grignion de Montfort, te ayuda a renovar, a través de una intensa preparación, la entrega a Dios que debiera ser nuestro principal destino, a partir del bautismo.

En efecto, si al bautizarnos renunciamos al pecado, hacemos un compromiso con Cristo y entramos en Él y en Su Iglesia, por el deseo amoroso de nuestros padres y padrinos; al hacer voluntaria y conscientemente esta consagración ahora, ya como adultos, renunciaremos consciente y definitivamente al pecado, renovando voluntariamente las promesas del bautismo, y así nos entregaremos plenamente a Dios en Jesucristo, por medio de María.

La consagración es una experiencia espiritual que tiene toda la fuerza para elevarte a una visión distinta de las cosas. Si te animas a hacerla, es posible que inicialmente no comprendas, o no aprecies en toda su magnitud a lo que te conducirá esta práctica, pero estamos seguros de que el Señor, con el transcurso del tiempo, irá haciendo lo Suyo, y tu corazón se unirá de un modo definitivo a Su Sacratísimo Corazón, a través del Inmaculado Corazón de María.

Tan cierto es esto, que el mismo San Luis María Grignion de Montfort escribe en este tratado al que nos referimos: “Infinitamente más de lo que aquí te digo, te enseñará la experiencia; y tantas riquezas y gracias hallarás en la práctica, si eres fiel en lo poco que aquí te digo, que te quedarás sorprendida y con el alma llena de júbilo” (SM 52 “Preparación para la Consagración Total”)

Nos consagramos a través de María porque nadie, ningún alma de hombre mortal, sometió su corazón a la Voluntad de Dios de una manera más pura y completa que la Santísima Virgen… Por eso es la Madre de la Iglesia, y por eso fue que Jesús, a la hora de su muerte, la entregó a Juan, y a todos nosotros a través de él, como la más sublime guía para llegar al Cielo.

Indudablemente, la consagración no es una “receta mágica” para obtener la salvación, pues tal receta no existe, y te mentiríamos si así te la presentáramos ahora, pero de algo sí puedes estar seguro: Si te consagras y eres fiel a tus promesas, con la gracia de Dios profundizarás tu conversión hacia Cristo, para poder llegar un día al Cielo.

Esperamos en Dios que así sea, y te ayudaremos con nuestras oraciones para lograrlo.

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